Haruki Murakami, Danse, danse, danse, Paris, Seuil, 1995, p.12
“Mirando caer la lluvia, soñaba con la sensación de ser contenido por algo, de forma parte de ello. Y soñaba también que alguien, en alguna parte, lloraba por mí. Como si eso perteneciera a un mundo extremadamente lejano. Un incidente que se producía en la luna o en algún lugar parecido. Finalmente, no era más que un sueño, y aunque tendiera las manos, aunque corriera con todas mis fuerzas, nunca podría alcanzar ese lugar.
¿Por qué alguien llora por mí?”