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miércoles, 6 de julio de 2011

El cuerpo, en el centro de la escena teatral

Esta semana estrena su último trabajo como director de su Compañía Argentina de Mimo, en el Espacio Giesso: Vestirse-desvestirse

Miércoles 02 de julio de 2008 | Publicado en edición impresa
El cuerpo, en el centro de la escena teatral
El regreso de un director emblemático de los años 60, 70 y 80, Angel Elizondo.  / Andrea Knight
Después De palos y monos (1992/93) y Enigma (2001/2) el actor y mimo Angel Elizondo hizo una pausa en su carrera creativa. Entonces decidió meterse para adentro, trabajar para él y con él. Había tenido algunas prohibiciones y sintió que era tiempo de hacer evolucionar su Escuela Argentina de Mimo. Y desde entonces lo viene haciendo. Pero un grupo de sus alumnos, entre los que está su hija Julia, le propuso volver a la dirección. El resultado: Vestirse-desvestirse , un nuevo espectáculo que, a partir del sábado, podrá verse en el Espacio Giesso.
Si bien esta producción es actual, contiene dos gérmenes que, desde hace tiempo, acompañan la vida de Elizondo. Por un lado, una cuestión personal: a él la ropa le resulta un tema complejo: cambiarse la ropa, combinar colores; es más, quien se hace cargo de eso es su esposa. Por otro lado, uno de sus máximos maestros, Etienne Decroux, ya desde 1930 trabajaba la desnudez y hasta usaba una frase que ha marcado mucho la creación de Elizondo: "un cuerpo desnudo en una escena desnuda". "Decroux sostenía que el cuerpo tiene que dar todo -cuenta el director-, no es necesario vestir la escena con luz, escenografía, sonido. El cuerpo es muy fuerte y tendría que ser formidable a nivel de expresión. Recuerdo un espectáculo que hacíamos con él en Francia, en la posguerra, en verdad allí usábamos un taparrabos y nos moríamos de frío y se lo planteábamos, y él nos decía «hagan algo, la mejor calefacción es la acción»".
Al respecto, Angel Elizondo pone un ejemplo sobre su propio cuerpo, mirando su brazo cubierto por un pullover y tensionando ciertos músculos: "Intento que cuando un intérprete tenga que mostrar angustia, las fibras de su cuerpo lo demuestren y no que ellas sean tapadas por las otras fibras, las de la ropa".
Pero Vestirse-desvestirse no es el único trabajo en el que Elizondo ha trabajado el desnudo. Su memoria trae al recuerdo ya su primera experiencia en Buenos Aires, después de un largo proceso de estudios en Francia junto a Etienne Decroux y Jacques Lecoq, y de haber participado de la compañía de Maximilien Drecoux: "En el primer espectáculo que hice en el Di Tella, Mimo (1965), recuerdo que propuse desnudos, pero me llamó Roberto Villanueva y me dijo que no era la línea del Instituto mostrar la renovación o la experimentación bajo esos parámetros. En los años 70, en Los diarios , puse un pequeño desnudo y me lo prohibieron. Hasta que hice Ka... Kuy (también en los 70) donde durante una hora y media los intérpretes estaban totalmente desnudos. Los censores me propusieron entonces que bajara la luz. Pero no tenía sentido porque de lo que se trataba era de mostrar el cuerpo y no buscar cierto erotismo que, seguramente, iba a aparecer si hacíamos lo que ellos querían. Finalmente lo prohibieron. Volví a la carga en Apocalipsis, según otros (1980), pero acá la cosa ya era más violenta Después vino Teatro Abierto y quemaron el Teatro del Picadero, donde presentábamos aquel trabajo".
Ahora, retoma viejos conceptos y los aggiorna , aproximará una idea, "unas variaciones", como le gusta decir, sobre el acto de vestirse y desvestirse. El dice que esta nueva experiencia le ha posibilitado, también, reconocer que los mecanismos de producción han cambiado mucho en el teatro porteño, con lo cual ha tenido una experiencia extra de adaptación.
En este repaso por su historia escénica y, por tratarse de un mimo, el cuerpo ha ocupado un primer plano. Y si en la dictadura los censores no permitían cuerpos desnudos en escena, a finales de ella fueron muchísimos los jóvenes que se reunieron en la escuela del creador con la intención de explorar su cuerpo. Recuerde el lector la difusión que tuvo este arte, en Buenos Aires, durante los años 80.
El mimo parece haber perdido cierto interés hoy, pero no así la exhibición del cuerpo. Al respecto comenta Elizondo: "Hoy el problema es ése, se apela a la exhibición del cuerpo, eso se ve mucho en la TV. No sé si producir un efecto es bueno o malo, no juzgo a la televisión; además la veo muy poco. Trabajar un desnudo, en teatro y con cierta profundidad, es difícil. Es muy difícil sentir una duda con Hamlet desnudo, porque tal vez la atención estará puesta en su sexo descubierto. No es fácil tampoco porque son muchos años en los que las cuestiones culturales son muy definitorias. Barrault decía que el mimo es un arte animal. Y, si algún día se impone con fuerza, va a ser el último arte. Lo decía en los años 50 y 60. La gente tiene necesidad de animalidad y, de tanto en tanto, se reflota esta idea del cuerpo y la animalidad: la commedia dell arte, la pantomima francesa y hasta en las últimas tendencias hay un trabajo muy fuerte sobre el cuerpo. Esperemos que ciertos condicionamientos culturales vayan desapareciendo".

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